Sebastián Galo Maronese es un destacado artista plástico de 51 años quien creó una carrera marcada por la versatilidad y la innovación. Alumno de maestros de la talla de Ricardo Garabito y Clorindo Testa, Maronese estudió diseño en la Universidad de Palermo y realizó más de 40 exposiciones colectivas, entre las que destacan su participación en el Centro Cultural Recoleta y Puro Diseño en Palermo. Con nacionalidades argentina e italiana, reside en La Barra, Maldonado, Uruguay, donde continúa produciendo obras desde su atelier.
Además de su trayectoria artística, Maronese ha sido un firme defensor de la sustentabilidad. En Maldonado, construyó con sus propias manos una casa de 220 metros cuadrados utilizando materiales reciclados, como ladrillos cocidos y bloques, y redujo al mínimo el uso de electricidad. El diseño de la casa incluía un innovador sistema de desagües que permitía que el agua se infiltrara en la tierra, nutriendo el jardín y la huerta de manera continua.
A lo largo de su carrera, publicó tres libros, dos discos y cuatro revistas de arte de distribución gratuita. También es cocreador de los colectivos de arte contemporáneo Orgánico y Agapanto, y ganó importantes premios en diseño y arte, como el Primer Premio de la Universidad de San Luis y el Primer Premio de la Fundación Le Corbusier.
-¿Qué te inspiró a comenzar a crear arte a partir de materiales reciclados?
Estoy comprometido con el medio ambiente hace más de dos décadas y decidí que forme parte también de mi trabajo como artista. Creo que contaminar es un acto de injusticia. De nuestra especie a la Naturaleza que nos da absolutamente todo. El hombre no puede fabricar la tierra ni las semillas. Mucho menos el agua.
¿Te fijaste en lo increíble que es una semilla? Eso no es magia. Agarras una cosita ínfima, la metes en la tierra, la cuidas, la regas y crece un árbol gigante o aparece comida. No me deja de asombrar esta maravilla.
Desde mi posición como artista aporto mi humilde suspiro para reducir al máximo la huella de carbono. Reciclar, reutilizar y no consumir más plástico.
-¿Cómo eliges los materiales que utilizas en tus obras? ¿Hay algún tipo de material que prefieras trabajar?
Me gusta mucho el papel y salgo a recuperarlo a la noche por las calles de Balvanera.
Mi experimentación en la utilización de pigmentos naturales me llevo 24 meses hasta llegar al punto de entender las reacciones de los jugos, cómo adhieren al papel y la tela. Cómo envejecen y si se asocian o rechazan al momento de amalgamarlos.
Por ejemplo, lo último que estoy haciendo es que entendí como funciona el aceite de lino en el papel. Este se mete en los espacios y transparenta lo opaco. En este proceso cuando pintas con vino o yerba mate se opaca de vuelta el papel pero queda como en un segundo plano, me gusto mucho este proceso.
El jugo de la cáscara de mandarina, por ejemplo, parece transparente pero al oxidarse en el papel se transforma en casi tornasolado.
-¿De qué manera el concepto de sostenibilidad influye en el mensaje que quieres transmitir con tu arte?
Soy fanatico de la naturaleza y de la geometría y ambos tienen una coherencia colaborativa entre sí. Para mi uno es el fiel reflejo del otro, yo solo soy un vehículo que lo tangibiliza en un formato que algunos le dicen arte.
-Aparte de la pintura, ¿qué otras obras haces?
Hago música que es otra manifestación matemática pero de manera auditiva y estoy trabajando para formar una obra integral, donde se van a unir lo musical, lo escrito y lo plástico en una especie de estofado sensorial.
-¿Qué mensaje transmiten tus obras y en qué te inspiras?
Me inspiro en Dios y en la matemática, como percibimos su mensaje que para mí es mágico. En el antiguo testamento él dio medidas muy precisas para que construyeran el tabernáculo y el arca. Siempre venere esta sabiduría, lo armónico y bello se subordinan a la función y dan un todo perfecto. Las proporciones áureas son un fiel reflejo de esto y es un llamado muy profundo si se analiza bien.
-¿Qué importancia le das a la estética versus el mensaje en tus creaciones?
Creo que van de la mano. No me llaman la atención los artistas que quieren impactar, me gustan los artistas sinceros. Percibir la sinceridad es un ejercicio de años. Una vez Marta Minujin me dijo que ella se daba cuenta cuál artista era sincero y cuál no lo era tanto. Clorindo y Federico Manuel opinaban lo mismo en charlas esporádicas que teníamos en torno a este tema.
-¿Cuál es el equilibrio que buscas lograr?
Es una buena palabra, porque creo que ver arte justamente lo que hace es equilibrar al receptor de la obra, una especie de lenguaje que dispara en el individuo la familiaridad de otro lugar. Uno más bello -seguramente-.
-¿Cómo crees que el arte reciclado puede transformar la manera en que las personas perciben los desechos y su potencial?
La transformación viene para mi viene de expandir todos los días la percepción de las cosas con esta idea aparecen los recursos.
-Contanos sobre el lugar que elegís para hacer tus exposiciones
Solo expongo en La Dama de Bollini hace 20 años. No me gustan las galerías de arte, parecen bóvedas de la chacarita. A muchos amigos míos los condicionaron mucho y son más un evento social que un lugar para admirar y comprar arte.
Lionel, el dueño de la Dama, es una persona que entiende realmente al artista. Tiene mucha experiencia lidiando con nosotros, con músicos y escritores hace más de 40 años -incluido, por ejemplo, al gran Jorge Luis Borges-. Te aseguro que en la Dama se respira y transpira arte.
-Un poco de la historia..
La Dama de Bollini es un refugio cultural escondido en el barrio de Recoleta, donde el tiempo parece detenerse. Este espacio, ubicado en el Pasaje Bollini, conserva el encanto de lo antiguo y la autenticidad que caracteriza a los lugares con historia. Con su ambiente bohemio, paredes tapizadas de arte y fotografías, y una luz tenue que invita a la conversación, La Dama de Bollini es un punto de encuentro para artistas, estudiantes, vecinos y todos aquellos que buscan una experiencia íntima y única.
Su esencia evoca una Buenos Aires pasada, donde figuras como Jorge Luis Borges y María Kodama compartieron momentos. La vida nocturna iba más allá de la música y las bebidas, y era un verdadero crisol de culturas y expresiones.
Este rincón especial, resistió el paso del tiempo y los cambios en la ciudad, escenario de infinidad de historias y recuerdos. A pesar de los desafíos que enfrentan muchos bares tradicionales, logró mantenerse fiel a su espíritu original, conservando ese carácter que invita a descubrir el arte, la literatura y la bohemia en cada visita.
Es un lugar donde los visitantes no solo disfrutan de una copa o una charla, sino también de la nostalgia de una Buenos Aires que sigue viva en cada rincón de este pasaje.